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Una planta para más de 600.000 gaditanos


Emilio Herrera

Los Hardales de Medina Sidonia es la finca de Miramundo de la que recibe el nombre el complejo ambiental gestionado por Bioreciclaje de Cádiz, S.A., concesionado durante 30 años desde el 2008 por el Ente Provincial Consorcio Bahía de Cádiz para gestionar “el servicio público de transferencia, transporte, tratamiento y disposición de los residuos de dichos municipios y dar solución social y ambiental a sus 617.567 habitantes”, según el censo de 2013.

Bioreciclaje surge de un convenio público privado para acometer las inversiones cofinanciadas con fondos europeos a finales de los noventa en el Complejo Ambiental de Miramundo. La parte pública fue liderada por el ente supramunicipal citado, la privada por la unión de tres empresas del sector de los servicios públicos y la construcción Valoriza (Sacyr), Isolux Corsan y GS Inima.

El resultado del convenio fue la construcción y puesta en marcha de la Planta de Tratamiento de Residuos de Miramundo, nacida con vocación de liderar las de su ramo en el Sur de Europa por la tecnología empleada y su capacidad nominal.

Bioreciclaje gestiona además de la Planta de Tratamiento, seis estaciones de transferencia, tiene a su disposición una flota de 15 cabezas tractoras para el transporte de los residuos y explota un vertedero de su propiedad en el Complejo Ambiental que permiten la gestión integral de los residuos municipales: 330.611 toneladas en 2011, 305.616 en 2012 y 293.411 en 2013.

El proceso comienza cuando cada municipio ha realizado la recogida de los residuos generados por sus ciudadanos. Esos residuos son entregados por los servicios de recogida de cada Ayuntamiento en la estación de transferencia que por proximidad geográfica corresponda, siendo seis las estaciones definidas en el Plan Provincial de Gestión de Residuos: Cádiz, Vejer, Bornos, Olvera, Ubrique y Sanlúcar. En las transferencias los camiones de la recogida son pesados a la entrada y a la salida de la estación en un sistema de básculas que identifica la matrícula del vehículo, procedencia del residuo y tipología de los mismos, obteniéndose la información precisa para cada municipio que pueden consultar a través de una web a tiempo real.

Una vez pesados los camiones de la recogida, los residuos del contenedor gris son compactados mediante un sistema de prensado hidráulico para ser depositados en contenedores especiales, todo ello con el fin de minimizar su volumetría y optimizar los costes de transporte. Los residuos procedentes del contenedor azul, verde y amarillo son seleccionados y preparados en las transferencias para su transporte y posterior entrega a los recuperadores para su reciclaje y reutilización, pues en todo momento se mantiene la disgregación de cada fracción de residuo según la separación realizada en origen en los contenedores urbanos.

El destino de los residuos compactados es la Planta de Tratamiento de Residuos de Miramundo, donde son pesados en un sistema de báscula tanto a la entrada como a la salida del complejo, identificándose matrícula del vehículo y estación de transferencia de procedencia, de esta forma se obtiene la información precisa de los residuos que son sometidos al proceso de tratamiento y que también puede ser consultado en una web.

El proceso de tratamiento comienza con el volcado de los residuos en fosos habilitados que son incorporados al proceso productivo a través de dos puentes grúas con sendos pulpos de varios brazos articulados. La primera fase del proceso consiste en la selección de los denominados “materiales voluminosos”: chapajo metálico de grandes dimensiones, cartonaje de gran volumen, colchones y otros impropios de gran tamaño que de no ser seleccionados previamente y retirados del proceso podrían generar atascos en el normal desarrollo de las operaciones de tratamiento.

En esta misma fase se aprovecha para la selección de otros materiales que aparecen mezclados en la fracción resto (contenedor gris de origen) como son vidrio, acero, aluminio, etc. Concluida esta primera etapa, el residuo se incorpora a la fase de tratamiento mecánico fundamental consistente en unos cilindros (trómeles) que además de abrir las bolsas, realizan una clasificación por granulometría del residuo. El resultado de esta segunda fase es la separación de los residuos en diferentes flujos.Una primera fracción fina que hunde en la primera etapa del trómel conformada principalmente por la fracción orgánica contenida en el residuo.

Dos fracciones intermedias conformadas principalmente por la mayor parte del material recuperable, tipo botellería y cartonaje de bebidas (bricks) que se destina a triaje secundario para su recuperación.

Una tercera fracción que constituye el rebose del trómel y que igualmente se destina a triaje secundario antes de su salida como rechazo del proceso. Todas las fracciones indicadas se hacen pasar por sistemas de separación de metales para su recuperación. La corriente hundida en el trómel constituye la fracción orgánica que, una vez libre de metales, se utiliza para la elaboración de material bioestabilizado que es utilizado con fines agrícolas. El material que conforma el rechazo del proceso descrito es empacado mediante un sistema de balas para su disposición final en el vertedero contralado aledaño a la Planta de Tratamiento, del cual y a través de una red de tuberías se extrae biogás para su valorización energética.

Todo el proceso descrito, sin computar empleo indirecto de empresas auxiliares que dan servicio a Bioreciclaje, es realizado por 172 empleados directos. Actualmente Bioreciclaje está inmerso en un reto fundamental. Los servicios públicos descritos para el tratamiento de los residuos tienen normativamente el carácter de básicos y necesarios para todos los municipios españoles, es decir, todos los municipios de este país han de proveer lo necesario para que lo reciban sus ciudadanos, tanto por la afección de los residuos a la salubridad humana, como por el impacto ambiental.

Imagen exterior de Miramundo, ahora gestionada por el sector privado. Foto: EI

Los municipios adeudan más de 16 millones de euros a la planta

E.H.

Para cumplir la obligación legal, los ayuntamientos han de dotar la partidas económicas precisas que se nutren de tasas o impuestos equivalentes, permitiendo su autosuficiencia.

Sin embargo la crisis del municipalismo reciente ha revelado la diferente forma de percibir dicha sensibilidad social y medio ambiental en tanto no todos los ayuntamientos disponen de un mecanismo impositivo suficiente para atender las obligaciones legales descritas, de suerte que los recursos municipales dispuestos son en términos generales insuficientes.

Consecuencia de ello es que la compañía que gestiona Miramundo lastra un débito municipal que supera ligeramente los 16 millones de euros.

Según fuentes de los propios gestores, “el lastre de la deuda y las dificultades para la consecución de un instrumento impositivo único y solidario, merman la economía de la concesión que presenta síntomas de empobrecimiento y desequilibrio, poniendo en riesgo no solo el sostenimiento de las operaciones y el empleo, sino también la consecución de las inversiones precisas para la mejora continua del proceso de reciclaje que por imposición de la normativa ambiental comunitaria que viene, hará que en el próximo lustro se incrementen considerablemente los porcentajes de recuperación”.

Los gestores entienden que “solo la concienciación y la concertación pública podrán resolver la insuficiencia económica descrita. Del resto se encarga la Empresa Imparable denominada Bioreciclaje de Cádiz, S.A.”, concluyen en declaraciones a este periódico de economía.

 

Fuente: empresasimparables.com